La semana pasada estuvo en Estambul mi amigo Toni Rumbau acompañado de Jorge Raedó presentando su espectáculo A dos manos en el X Festival de Marionetas de Estambul, como podéis ver tuvimos tuve tiempo de charlar con él en mi lugar favorito, dándole a la cachimba. Toni me ha dejado su libro La catedral de las ruinas. Es varias novelas en una: novela de aventuras, novela esotérica e iniciática, novela de fantasía mitológica y novela urbana de la Barcelona postolímpica. El mundo de la mitología egipcia con algunos de sus personajes más emblemáticos se cruza con una visión canallesca y a la vez entrañable de la Barcelona actual que se nos ofrece desde la perspectiva insólita de los muertos de la ciudad. A través de una prosa que fluye espontánea, Toni Rumbau entrelaza todos estos mundos con un fresco y agudo sentido del humor. Me lo he llevado a Kars y me está gustando mucho, ya sabéis como me gusta todo eso de los Egipcios, las construcciones de catedrales y demás …
Lo mejor es el siguiente fragmento ya sabéis porqué “Cafés donde se bebía té, vino y café, y, lo que constituía su mayor atractivo, dónde se servían narguiles, atendidos por jóvenes mozos difuntos, duchos en la ciencia de los carbones encendidos, siempre dispuestos a servir a los fumadores el mejor de los tabacos, fuera más o menos perfumando según los gustos de cada cual. El narguilé abría a los muertos las puertas de la imaginación y del viaje interior, y así, mientras se hallaban sentados en la puerta del café gozando los sonidos de la calle y arrullados por el gorgoteo que hace el humo al pasar por el vientre de agua de la pipa, podían los difuntos fumadores recordar los viejos tiempos, y desplazarse todavía más allá, hacia los orígenes remotos de la especie, con sus dioses y sus creencias absurdas, o hacia los futuros actuales con sus dosis de racionalidad y alta tecnología, motivo por el que estos cafés eran envidiados por las demás naciones de muertos del mundo entero, lo que hacía que muchos acudieran a ellos sólo para fumar el narguilé, convertidos así en activos centros de un turismo de ultratumba placentero y altamente civilizado.
Desde aquí le mandamos un fuerte abrazo a Toni y esperamos reanudar las tertulias del narguile. La foto de los tres fumando es de Jorge Raedó.
Lo mejor es el siguiente fragmento ya sabéis porqué “Cafés donde se bebía té, vino y café, y, lo que constituía su mayor atractivo, dónde se servían narguiles, atendidos por jóvenes mozos difuntos, duchos en la ciencia de los carbones encendidos, siempre dispuestos a servir a los fumadores el mejor de los tabacos, fuera más o menos perfumando según los gustos de cada cual. El narguilé abría a los muertos las puertas de la imaginación y del viaje interior, y así, mientras se hallaban sentados en la puerta del café gozando los sonidos de la calle y arrullados por el gorgoteo que hace el humo al pasar por el vientre de agua de la pipa, podían los difuntos fumadores recordar los viejos tiempos, y desplazarse todavía más allá, hacia los orígenes remotos de la especie, con sus dioses y sus creencias absurdas, o hacia los futuros actuales con sus dosis de racionalidad y alta tecnología, motivo por el que estos cafés eran envidiados por las demás naciones de muertos del mundo entero, lo que hacía que muchos acudieran a ellos sólo para fumar el narguilé, convertidos así en activos centros de un turismo de ultratumba placentero y altamente civilizado.
Desde aquí le mandamos un fuerte abrazo a Toni y esperamos reanudar las tertulias del narguile. La foto de los tres fumando es de Jorge Raedó.
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